Difícilmente puedo respirar,
difícilmente puedo encontrarme frente a tu mirada.
Si mis suspiros en vano se accionan,
si el latente dolor está aquí.
Inútil que me preguntes si te quiero,
inútil que me pidas que me cambie.
Tu silencio siempre fascinante, singular,
momentos de vida, momentos de amor.
Una vida sin lágrimas cuando me encuentro y te encuentro,
no me pidas que desfallezca porque muero.
¿Por qué sucumbir al hartazgo de tu ser?
Porque las heridas son placer si son causadas por tu fausto andar.
No me pidas que no lo haga, no me pidas más.
L.F. Adame.