Texto publicado en SDPnoticias.com el 1ro. de Diciembre de 2011 – http://tiny.cc/9azt1
«Primero se llevaron a los judíos,
pero como yo no era judío, no me importo.
Después se llevaron a los comunistas,
pero como yo no era comunista, tampoco me importo.
Luego se llevaron a los obreros,
pero como yo no era obrero, tampoco me importo.
Mas tarde se llevaron a los intelectuales,
pero como yo no era intelectual, tampoco me importo.
Después siguieron con los curas,
pero como yo no era cura, tampoco me importo.
Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde.»
– Bertolt Brecht
Cuando era niño solía correr en tu ayuda cuando alguien amenazaba con pegarme o quitarme mis juguetes. No existía otra persona con la que sintiera más seguridad que contigo, sabía que siempre me defenderías y si tal era el caso, me reprenderías justamente.
Quizá en mi adolescencia estuve un poco apartado de ti debido a mi rebeldía y por creer que siempre tenía la razón, que nadie más en este mundo tenía la verdad absoluta y que debería de hacer lo que me viniera en gana, porque eso es lo que me haría feliz de por vida, a pesar de tus consejos y regaños.
Admito que aún y que a veces tenía algunas diferencias contigo, siempre supe que eras un hombre recto, con principios y valores, y que siempre abogaba por la justicia en cualquier situación que se presentara.
Aquel día en que vi a esos hombres perseguirnos a mis amigos y a mí, no pude pensar más que en mi madre y en ti. El sonido de las ráfagas de bala me aturdía y sólo atinaba en preguntarme ¿porqué a mi? Sabía que algo malo iba a pasar y que les daría una gran preocupación. Pero cuando los hombres por fin nos alcanzaron, les hice frente como el hombre fuerte que siempre me enseñaste a ser.
En realidad no entendía qué era lo que querían de mí. Somos una familia trabajadora y con poco dinero, apenas para mantenernos nosotros mismos, además, nunca he estado involucrado en algún pleito callejero ni tengo enemigos.
Tengo que confesarte algo, pese a mis esfuerzos en mantener todo bajo control y mientras me mantenían con los ojos vendados, atado de manos y pies, lloré silenciosamente para que nadie se diera cuenta. Papá, no supe ser fuerte como siempre me dijiste que debía serlo. Sabía que la situación en la que me encontraba era difícil y tenía muy pocas esperanzas de salir bien librado.
Supe que recorriste todo el país pidiendo justicia por mi y por mis amigos, que te uniste a otros que también buscan acabar con la arbitrariedad en el país, que estando con ellos encontrabas consuelo y paz, además de que te servía de catarsis; que denunciaste ante autoridades, medios de comunicación y presentaste mi caso ante el Presidente de la República. Supe también que tuviste que sacrificar tiempo, dinero y esfuerzo para llegar hasta donde lo hiciste y que aún y que nunca recibiste la protección que le reclamabas a las autoridades, no te detuviste.
Ayer me enteré que te fuiste y me invadió la tristeza, aún no puedo admitirlo. No puedo creer que exista tanta vileza y perversidad, te mataron papá. Alguien se acercó a mí y me dijo “tu ángel de la guarda se ha ido, ahora estás solo”. Tu mismo lo dijiste, no te importaba quedarte en el camino, que valía más morirse en la raya. ¿Sabes? Te admiro infinitamente.
Recuerdo la última plática que tuvimos por teléfono. Te dije que estaba bien, que no preocuparas ya que pronto nos íbamos a ver en Hermosillo. Cuando te lo dije no te mentía para hacerte sentir mejor, en realidad pensé que así pasaría.
Quiero que sepas que estoy bien aquí donde me encuentro, los golpes ya están sanando, hace un poco de frío y a veces la comida es muy mala. Pero seguiré siendo valiente y no me rendiré, más que por mí, por ti. Te amo.
En memoria de Don Nepomuceno Moreno. Descanse en paz.
Caso Jorge Mario Moreno: http://www.youtube.com/watch?v=BRW9QeMzV3M