En su autobiografía Simone de Beauvoir narra sus encuentros con algunos muy brillantes compañeros estudiantes, Jean-Paul Sartre uno de ellos, con los que discutía sus posturas filosóficas.

«Día tras día, y durante todo el día me metí contra Sartre, y en nuestras discusiones simplemente no estaba de acuerdo con él. Una mañana en los Jardines de Luxemburgo le conté de mi concepto sobre la moralidad pluralista, pronto lo demolió. Discutí con él durante tres horas. Al final tuve que admitir que me habían golpeado; además, me había dado cuenta, en el curso de nuestra discusión, que muchas de mis opiniones se basaban únicamente en prejuicios, deshonestidad o conceptos precipitados, que mi razonamiento era culpable y que mis ideas eran confusas».
Al final de tal disertación con uno de los máximos pensadores filosóficos quedó perpleja y tuvo que cambiar su perspectiva de pensamiento hacia las cosas. 

«Ya no estoy segura de lo que pienso, ni puedo decir que lo piense en absoluto», le dijo a Sartre, y prefirió tomar la experiencia como aprendizaje a ponerse a discutir con argumentos en los que no estaba segura creer más.

Todos tienen algo que enseñarnos, de cada uno podemos tomar algo en nuestro beneficio. Leer y escuchar es abrirte el mundo, literal. Es aprender a respetar, a ser más humildes y tolerantes; es ser menos egocéntrico y más culto. Al fin y al cabo, al igual que Simone reflexionó, para mí es más importante llenarme de conocimientos que tratar de mostrarme infalible. 

Feliz 2017 para ti que has tomado tiempo para leer este texto. Vida buena, un gran abrazo.