Termino apenas anoche de leer «Vivir adrede» de la pluma de Mario Benedetti. Reproduzco a continuación algunos fragmentos que me parecieron interesantes del libro.
Lo imposible es una burla de los dioses. Cuando tomamos conciencia de que el imposible es eso: un imposible, es ya tarde para refugiarnos en la sensatez.
Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Algunos lo llaman utopía, pero la utopía es más seductora.
Tengo lo que tengo y nada más, pero no me quejo. Mis manos ya habituadas a asir lo mío, no son víctimas ni victimarias. Las manos lloran tímidos sudores y me conmueven con sus diez dedos de nostalgia.
Cuando uno anda descalzo por la vida concibe poco a poco otra definición del mundo. La superficie por la que andamos tiene su lenguaje y nos va instruyendo.
Los que no están, están empero. Cayeron como vamos a caer en nuestra noche. La memoria los junta. Y algo que vale: los que se fueron vuelven en los sueños. Bienvenidos.
Hay quien sostiene que el horizonte es un bramante que va de Dios al diablo y viceversa, y que por eso nada tiene que ver con las criaturas de este mundo.
Todo es adrede: los celos y el recelo, sospechas y codicias, odios en desmesura, el rencor y la pugna. La consigna es someternos , mentirnos el futuro, reconocernos nada.
Todo es adrede y por eso construyen ideologías / basura donde intentan moler las virutas de vida. Pero no podrán, también nosotros creamos nuestro adrede. Aposta lo gastamos. Y adrede ya sabemos cómo sobrevivir.
En el silencio caben todos los ruidos.